Mi nombre es Ignacio y soy fotógrafo de bodas. A través del lente encontré una forma de expresión y el placer de capturar la esencia del momento de manera sensible, natural y espontánea. Voy aún más allá, hago fotoperiodismo de bodas.
La visión y el estilo del fotógrafo son, sin dudas, un valor agregado irrepetible que se encuentra atravesado por la personalidad de quien deja registro de una boda. Esta construcción, cuando es auténtica, conforma una marca propia, un sello, una pista, una dedicatoria, un fotógrafo presente y activo en su mirada, yendo más allá de las convenciones y la comodidad de lo clásico.
Es un desafío siempre dejar rastro de la propia mirada, mucho más en eventos sociales de magnitud en los que las expectativas de los clientes son muchas. Pero es también enormemente gratificante encontrarse y dejar testimonio de ese encuentro con uno mismo, en cada trabajo.
Cada persona es única y especial, por eso cada boda también lo es. No hago una boda igual a la otra, porque no existen dos iguales. Todos sentimos, amamos y lo expresamos de diferentes maneras. Me gusta conocer a los novios para que me cuenten quiénes son, su historia en común, qué les gusta y qué los motiva, para poder contarles mi visión y mi trabajo.